UNA PESCA
MILAGROSA
Por Néstor Marabolí T.
Hace poco
más de un año, el 30 de Octubre del 2011 el Diario “Las Ultimas Noticias” dio a
conocer la noticia curiosa y sorprendente a la vez, se trataba de un grupo de
pescadores japoneses que estaban tirando sus redes en la ciudad de Ofunato. Los
hombres de mar lograron la pesca más sorprendente de sus vidas, en la red no
solo venían los habituales peces, sino también, una maleta. Cuando finalmente
abrieron la maleta su contenido era más sorprendente aún, en su interior estaba llena de billetes
japonesas, todos utilizables, en monedas chilenas la cantidad alcanzaría a los
70 millones de pesos. Los honestos pescadores, entregaron el tesoro a las
autoridades. Las conclusiones a las que se llegaron, es que la maleta se perdió
en el maremoto que azotó las costas de Japón en Marzo del 2011.
La verdad
es que al leer esta noticia inevitablemente pensé en la pesca milagrosa de la
que nos habla la Biblia (Mt. 4:18-22), y es que para cualquier pescador, una
jornada como esta sería motivo de gran gozo. Para cualquiera de nosotros salir a pescar y encontrarse con una fortuna en una maleta, sin dudas, sería un gran acontecimiento que probablemente ostentaríamos orgullosos. No
obstante, el Señor nos ha invitado a la mayor pesca de nuestra vida, la más
valiosa, la más milagrosa, la más sorprendente, no de peces más caros y
abundantes, ni de relojes de oro o joyas valiosísimas, tampoco de una maleta repleta de dinero,
sino de un tesoro, a veces, casi olvidado: la pesca de hombres, hombres en oscuridad,
hombres y mujeres perdidos en tinieblas, creados a la imagen de Dios, pero que
están lejos de Su presencia por causa del pecado. Dios nos llamó a nosotros
a realizar tan importante pesca, Él lo dijo: “Venid en pos de Mí, y haré que seáis
pescadores de hombres” (Mr. 1:17) -finalmente- está es la pesca más valiosa
“un alma vale más que todos los tesoros del mundo” (Mt. 16:26) el alma de
nuestros hijos, nietos, padres, hermanos, esposa, esposo, pueden ser la mejor
pesca de nuestras vidas, sólo hay que estar dispuestos a echar la red.
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