jueves, 22 de marzo de 2012

Aborto Terapéutico, Desde La Óptica Cristiana...




     La palabra Aborto proviene del latín abortus, participio del verbo aborior, palabra compuesta que significa: ab = privar; y orior = levantarse, salir, aparecer, nacer. Así, aborto se define como “la interrupción del embarazo con la consecuencia de muerte del producto de la concepción, sea este viable o no”. Se entiende por tal a los fetos menores de 20 semanas de gestación o de peso inferior a 500 grs., nazca vivo o muerto.

     El aborto puede ser espontáneo o provocado. Es espontáneo cuando se produce por alguna enfermedad del producto de la concepción o de algún progenitor, independiente de la voluntad de ellos o de terceros, por lo que no hay responsabilidad directa al respecto. Los abortos espontáneos  son relativamente frecuentes. En cambio, Todos los abortos provocados constituyen una acción ilícita, independiente de la intención del ejecutante y de las circunstancias que lo rodean.

     Legalmente en Chile, el aborto está penalizado en todas sus formas, sin excepciones. Las leyes contra el aborto se encuentran en el Código Penal, Artículos 342 A y 245, bajo el título de “Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la Moralidad Pública”, esta ley es una de las más restrictivas que existen en el mundo; castiga todo aborto intencional, así como los causados por un acto violento contra una mujer embarazada, del mismo modo, en nuestro país se castiga al que practica el aborto, como a la mujer que consiente en ello.  La pena por este delito es de 3 a 5 años por obtener un aborto y de 541 días a 3 años por proveer un aborto.

     Pero, ¿Qué dice la Biblia al respecto? No hay un texto claro que hable acerca del aborto como tal, de hecho en el quinto mandamiento cuando dice “no matarás” no se refiere explícitamente al aborto, pero hay un pasaje bíblico que ha sido muy estudiado, discutido e incluso mal usado con respecto a este tema, me refiero a Éxodo capítulo 21 versículo 22 y 23. No obstante, el teólogo luterano alemán, Dietrich Bonhoeffer , ahorcado en 1945 por oponerse al nazismo de su época, asienta buenas bases para el pensamiento cristiano, con respecto al aborto. Él escribió en su Ética: “Matar al embrión en el seno de la madre significa violar el derecho que Dios otorga a la vida en gestación. La discusión de saber si se trata ya de un ser humano no hace más que camuflar este simple hecho: Dios ha querido crear un hombre a quien le ha sido impedido, intencionadamente, el nacer. Esto no es más que un asesinato”.

     Por todos es sabido que el llamado, o “mal llamado” aborto terapéutico ha tenido de cabeza al país, a sus líderes políticos, y a todos cuantos ostentan los puestos en eminencia, tomando la decisión de cómo legislar al respecto, a tal grado es el conflicto que aun se ha acusado de manejar la tabla de las sesiones del Congreso a fin de postergar el tema, ¿Seguimos con la legislación como está en esta materia o las masas motivarán un cambio radical? ¿Nos hemos dado cuenta acaso cómo se pueden trastocar todos los valores del pueblo cristiano con un pequeño cambio literal en la definición de algunos conceptos? Sin duda es un tema que nos ataña a todos y en este artículo hemos querido aclarar, o al menos, dar a conocer los conceptos más importantes detrás de esto.

     En Chile el Aborto Terapéutico fue permitido por el Código de Salud entre 1931 a 1989, en este período toda mujer cuya vida estuviera en peligro podía solicitar un aborto si contaba con la aprobación de dos médicos, decía textualmente “Solo con fines terapéuticos se podrá interrumpir el embarazo. Para proceder a esta intervención se requerirá de la opinión documentada de dos médicos cirujanos”.  El 15 de septiembre de 1989, se elimina la excepción del aborto terapéutico. Actualmente la regulación penal en Chile “considera a la mujer y el valor de su vida como un bien jurídico, subordinado al feto en gestación”.  Esta consideración es reforzada por la Constitución de 1980, en el Artículo sobre las Garantías y Derechos de las Personas, en el párrafo que garantiza la protección de “la vida del que está por nacer”, separando esta vida de quien la concibe y de su libertad para decidir respecto del embarazo. Para proseguir con el tema en cuestión, es necesario aclarar conceptos referentes al aborto provocado, que es el que engloba al aborto terapéutico.



El aborto provocado se clasifica en:

- Aborto eugenésico: realizado en el caso de sospecha o certeza de una enfermedad seria del niño. Dicha certeza nunca puede ser completa. Se suele realizar argumentando que la vida del niño con deficiencias sería de poca calidad, y no merecería la pena ser vivida.

- Aborto libre: Es realizado bajo el supuesto derecho que tendría la mujer para interrumpir su embarazo. Esto, se ha defendido debido al concepto de salud de la madre. Sabemos que actualmente “salud”, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) no es sólo la ausencia de enfermedad, sino el bienestar físico, mental e incluso psicológico del ser humano. En resumen, esta definición asocia la salud al completo bienestar general (psíquico, económico, etc.) de la persona. Todo esto apoya además  la idea de “terapia” de los abortos,  que se realizan cuando el método anticonceptivo no tuvo el efecto esperado y se está frente a un “embarazo no deseado” y por lo tanto a un hijo no deseado, así como, abortos que surgen por motivaciones sociales o económicas.

- Aborto por motivaciones mixtas: Se provocan en los embarazos múltiples, especialmente en las fecundaciones in vitro, el objetivo es  eliminar algunos embriones para que el resto tenga más probabilidades de sobrevivir.

- Aborto “ético”: Esta destinado a provocar la muerte del embrión o feto en gestación cuando este ha sido el producto de alguna agresión sexual o relación incestuosa.

- Aborto terapéutico: Aquí se deben separar dos situaciones. En primer término, se practica porque la continuación del embarazo implica graves riesgos para la vida de la madre. No obstante, eliminar al hijo para proteger la vida de la madre es claramente un aborto directo, y por lo tanto ilícito ya que “es una directa violación del derecho fundamental a la vida del ser humano y constituye un abominable delito”. Quienes se inclinan por sacrificar la vida del feto para resguardar la vida de la madre, lo hacen pues asumen que la vida de la madre tiene mayor valor que la del hijo, lo que claramente es una apreciación subjetiva e irreal basta recordar el conocido Sal 139. En segundo lugar, el aborto “terapéutico” se practica en los casos en que la continuación del embarazo implica la muerte segura de madre e hijo. Más claramente, no proceder al aborto implicaría tanto que la madre como el hijo morirían. De este modo, abortando, se podría salvar al menos la vida de la madre. Esta es sin duda una situación muy dramática, aunque también bastante excepcional.


     Al hablar de aborto no estamos hablando de aquellas situaciones en que se adelanta  o se interrumpe el embarazo antes de la fecha probable de parto con el fin de permitir que la madre y su hijo salgan de un peligro inminente. Esto es lo que llamamos nacimiento o parto prematuro. No olvidemos que los avances médicos de hoy permiten salvar la vida a bebés con menos meses de gestación que antiguamente.

     Por ello, si se introduce a la legislación el concepto del aborto Terapéutico, no sólo sería un notable retroceso de nuestro país, sino que también sucederían una serie de situaciones:
  1. Se corre el riesgo de incluir en ello todo aborto provocado, esto a la luz del concepto de salud vigente según OMS (explicado en “aborto libre”).
  2. Se perdería “legalmente” el respeto a la vida aun no nacida.



     En resumen, si Chile llega a dar este paso en su legislación, tendríamos que reconocer que  como cristianos evangélicos, somos un pueblo incoherente con nuestra fe y defensa a la vida, al permitir, quedándonos en silencio como muchas veces ha ocurrido, que nuestro país tome un rumbo equivocado sin siquiera lograr que se considere nuestra opinión al respecto, o por lo menos, haber levantado nuestra voz. De qué ha servido las leyes de igualdad religiosa, el gran crecimiento numérico que hemos alcanzado, sino no somos capaces de intervenir, bíblicamente a favor de los más necesitados, de los que no tienen voz y de lo que por no votar, no cuenta su vida. Hermanos, esto nos debería llevar a la reflexión de qué estamos haciendo al respecto o vamos a seguir haciendo, ¿estamos solamente sentados leyendo artículos como éste y pensando si estamos de acuerdo o no con lo que leemos? O ¿estamos opinando dentro de nuestro ámbito social, ya sea el colegio, el trabajo, la comuna, etc?  ¿Qué actitud tomamos en nuestras iglesias con las adolescentes embarazadas?  No será mejor volver a nuestros principios de la fe, para desde pequeños reafirmar estos valores y evitar que se llegue a tal disolución social? Nos referimos al aborto, al embarazo adolescente, a la fornicación, etc. Por último lo importante no es condenar teóricamente la interrupción voluntaria del embarazo, sino entender y difundir el Evangelio de Cristo para que la triste realidad del aborto deje de tener cabida en nuestro mundo, para que la Luz de Cristo ilumine la oscuridad.


          Dra. Maritza Alvarez G.                                          Néstor Marabolí Tenorio
               Médico- Cirujano                                                           Pastor
               IACyM.  Frutillar                                                      IACyM. Frutillar





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